Ya hace más de 28 años de la salida a la venta “Blue Monday”, un single que simbolizó el fin del duelo de los ex-Joy Division por la muerte de Ian Curtis y que supuso el primer acercamiento de los patrones indies a la pista de baile en la historia de la música.
El 18 de mayo de 1980, el día antes de partir con Joy Division para su primera gira americana, Ian Curtis se ahorcaba en su casa de Manchester. Tras su muerte, los otros miembros del grupo, Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris, decidieron continuar como New Order, incorporando a Gillian Gilbert como teclista. Con “Ceremony” (1982) comenzaron un viaje que partía de ciertos esquemas heredados de su antigua banda hacia la búsqueda de una personalidad propia. Alcanzaron su objetivo con la publicación el 7 de marzo de 1983 de “Blue Monday”, un single histórico por diferentes razones.
Versionada, citada mediante samplers y plagiada hasta la saciedad, los magnéticos siete minutos de la canción original no han perdido vigencia y han sobrevivido incluso a sus relecturas posteriores en 1988 y 1995, que hoy pocos dj’s se atreverían a pinchar. Curiosamente, las claves de este hit sin estribillo hay que buscarlas en la primera visita de New Order a Estados Unidos, en otoño de 1981; esta vez no hubo desgraciados contratiempos. En Nueva York el grupo conoció la escena de clubes de la ciudad, las producciones de Giorgio Moroder para Donna Summer y a Arthur Baker, que más tarde produciría “Confusion”. Se hizo la luz para el cuarteto. Entre su experiencia previa, los hallazgos de la gira y otras gemas de este lado del charco, como Kraftwerk, Klein & MBO y el synth-pop británico, crearon la fórmula para “Blue Monday” y para toda una carrera repleta de clásicos que han acercado a la electrónica a muchos puristas defensores de lo orgánico.
Aunque es un dato que no se puede confirmar, porque Factory Records no pertenecía al organismo oficial que contabilizaba las ventas en Inglaterra, se dice que es el single más vendido de la historia, con un millón de copias. Pero es que además, en su primera edición, el vinilo venía con una carpeta troquelada diseñada por el genial Peter Saville que hacía tan costosa la fabricación que la discográfica perdía dinero con cada copia. Todo esto son aventuras que retrata a la perfección “24 Hours Party People”, la película de Michael Winterbottom sobre Tony Wilson, el capo de Factory. Lo que no cuenta la cinta es que en el éxito comercial de la canción tuvo mucho que ver España, tal como comentaba recientemente Mario Pacheco de Nuevos Medios, distribuidora del grupo en nuestro país en los 80. “Blue Monday” entró muy alto en las listas de ventas británicas, pero poco después se desplomó. Cuando los ingleses acudieron a España ese verano redescubrieron la canción y de regreso a Inglaterra la volvieron a aupar a los primeros puestos de las listas. Cuenta Pacheco que Tony Wilson bautizó este fenómeno como el “Efecto Benidorm”.
Por razones puramente musicales, por la atemporalidad de su sonido, por el valor artístico del conjunto que formaba con la carpeta de Saville o por las anécdotas que rodean a su devenir, “Blue Monday” es más que una canción, un himno de baile indie o el single más vendido de la historia. Sirva de prueba la web www.bluemondayownersclub.com, donde los propietarios de la edición original exhiben fotografías en las que posan con sus preciados trofeos.
Versionada, citada mediante samplers y plagiada hasta la saciedad, los magnéticos siete minutos de la canción original no han perdido vigencia y han sobrevivido incluso a sus relecturas posteriores en 1988 y 1995, que hoy pocos dj’s se atreverían a pinchar. Curiosamente, las claves de este hit sin estribillo hay que buscarlas en la primera visita de New Order a Estados Unidos, en otoño de 1981; esta vez no hubo desgraciados contratiempos. En Nueva York el grupo conoció la escena de clubes de la ciudad, las producciones de Giorgio Moroder para Donna Summer y a Arthur Baker, que más tarde produciría “Confusion”. Se hizo la luz para el cuarteto. Entre su experiencia previa, los hallazgos de la gira y otras gemas de este lado del charco, como Kraftwerk, Klein & MBO y el synth-pop británico, crearon la fórmula para “Blue Monday” y para toda una carrera repleta de clásicos que han acercado a la electrónica a muchos puristas defensores de lo orgánico.
Aunque es un dato que no se puede confirmar, porque Factory Records no pertenecía al organismo oficial que contabilizaba las ventas en Inglaterra, se dice que es el single más vendido de la historia, con un millón de copias. Pero es que además, en su primera edición, el vinilo venía con una carpeta troquelada diseñada por el genial Peter Saville que hacía tan costosa la fabricación que la discográfica perdía dinero con cada copia. Todo esto son aventuras que retrata a la perfección “24 Hours Party People”, la película de Michael Winterbottom sobre Tony Wilson, el capo de Factory. Lo que no cuenta la cinta es que en el éxito comercial de la canción tuvo mucho que ver España, tal como comentaba recientemente Mario Pacheco de Nuevos Medios, distribuidora del grupo en nuestro país en los 80. “Blue Monday” entró muy alto en las listas de ventas británicas, pero poco después se desplomó. Cuando los ingleses acudieron a España ese verano redescubrieron la canción y de regreso a Inglaterra la volvieron a aupar a los primeros puestos de las listas. Cuenta Pacheco que Tony Wilson bautizó este fenómeno como el “Efecto Benidorm”.
Por razones puramente musicales, por la atemporalidad de su sonido, por el valor artístico del conjunto que formaba con la carpeta de Saville o por las anécdotas que rodean a su devenir, “Blue Monday” es más que una canción, un himno de baile indie o el single más vendido de la historia. Sirva de prueba la web www.bluemondayownersclub.com, donde los propietarios de la edición original exhiben fotografías en las que posan con sus preciados trofeos.
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